Un viejo campesino vivía en un pueblo de la provincia. En su pueblo tenía una frutería que había empezado hace años con una pequeña plantación que tenía en el patio de su casa. Trabajaba mucho y por eso no veía la tele y, como no sabia leer, no leía el diario. A su pueblo no llegaban casi noticias de la ciudad. Solo le llegaban las noticias que le daba su hijo, que vivía en la capital; hacía un par de años que se había ido a estudiar empresariales. Un día este le dijo: “Padre, en la universidad estamos estudiando la situación actual del país, y se prevé pronto una crisis económica.” El viejo pensó: “Mi niño es muy listo. Eso de la crisis debe ser grave para que él se preocupe así”.
El campesino se limitaba a trabajar sin descanso y pronto tuvo que abrir otras tiendas en el pueblo. La cosa iba bien y tuvo una oportunidad de abrir otra frutería en un pueblo cercano. Le escribió a su hijo: “Hijo, la frutería está creciendo. Pronto necesitaré ayuda”. El chico respondió: “Yo estoy preparándome mucho porque al salir de la universidad el mercado de trabajo está muy duro por la crisis”.
Los demás hijos del campesino, que vivían con él, le ayudaban a abrir otras tiendas y pronto tuvieron fruterías por toda la provincia.
El viejo le escribió a su hijo de la ciudad: “Querido hijo, el negocio de la frutería va muy bien; pero hay demasiado trabajo para mi que estoy tan viejo”. Su hijo le respondió: “Padre la crisis me ha hecho imposible encontrar trabajo. Me iré contigo a llevar el negocio”. El campesino se alegró mucho y pensó: “Mi hijo es muy listo y ahora es profesional. Él se encargará del negocio y todo irá bien”.
Cuando su hijo llegó; hecho un hombre de ciudad, profesional y entendido en los negocios; le dijo a su padre: Pero papá ¿no sabes que estamos en crisis? Tienes una estructura de costes muy pesada ¡Hay que reducirla!. Y empezó a vender camiones, a cerrar tiendas y a comprar mercancía de menor calidad. El viejo decía: “Mi niño es muy listo. Hace lo que es mejor para el negocio”.
Un día, mientras el viejo veía a su hijo regatear con un cliente el precio de unas naranjas en la primera tienda que tenía, la única que no había cerrado, pensó: “Verdad que era grave esto de la crisis. Menos mal que mi hijo se encargó del negocio y aún tenemos nuestra tiendita”.
1 comentario:
El refrán "Cría cuervos que te sacarán los ojos" es muy aplicable a este post.
A veces nunca se siente uno lo suficientemente preparado y cuando lo está, mejor no haberlo estado nunca... ENTRAS TARDE Y NO CONTROLAS LA SITUACIÓN.
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