viernes, 5 de diciembre de 2008

El fracaso no existe

El fracaso es una ilusión y, como tal, desaparece toda vez que nos hacemos conscientes de su inexistencia.
Si la afirmación inicial le ha impactado, debemos advertirle que este artículo ha sido escrito de forma contundente y rotunda, con la intención de minar una creencia profundamente arraigada en nuestras sociedades orientadas al éxito y que sostiene uno de los miedos más limitantes de nuestros tiempos: el miedo al fracaso.
Si usted acepta las ideas que plantearemos en este escrito, dará un paso importante en la liberación de su potencial creativo. Si no puede aceptarlas, no pasará nada distinto a lo que ha estado pasando en su vida. Juzgue usted mismo.
Fracasado es un adjetivo que no gusta a nadie y puede ser uno de los peores insultos que puede recibir cualquiera. Las personas que sostienen la ilusión del fracaso en sus vidas suelen manifestar serios problemas emocionales; caracterizados por sentimientos de frustración, culpa, desgano y apatía, entre otros sentimientos negativos. Al no poder soportar dichos sentimientos optan por compartirlos con otras personas que comparten sus ideas o manifestarlos en forma de envidia, rencor o sabotaje hacia las personas orientadas al éxito. Esas mismas personas pueden sentirse profundamente dolidas al hacerse conscientes de que el mantener esta idea consigue que caigan reiteradamente en situaciones que reafirman esta condición.
“Sea un profeta de sus fracasos y será un profeta de éxito”. Esta frase nos sugiere la idea de la profecía autocumplida. Toda vez que iniciamos un proyecto (llámese matrimonio, maternidad, paternidad, trabajo, empresa, etc.) con la certeza de que no funcionará, haremos lo posible, consciente o inconscientemente, para que fracase o, por otra parte, no haremos lo suficiente para que tenga éxito. Después coronamos el suceso con la frase reafirmante “Ya sabía yo que no funcionaría”. A veces solo basta con la duda inicial para iniciar una espiral decreciente que lleva el proyecto al resultado no deseado.
El antídoto para el fracaso se llama RESPONSABILIDAD. Toda vez que aceptamos la responsabilidad de los resultados de todo lo que pensamos, decimos o hacemos, asumimos el poder que tenemos sobre estos resultados. Es importante recordar que el considerar las circunstancias y elementos ajenos a nosotros, la forma en que ellos nos afectan y el como lidiar con ellos también es nuestra responsabilidad. Las personas que aceptan la causalidad en todos los fenómenos de la vida reconocen que en todo momento siembran las semillas causales de los efectos que cosecharán en el futuro. Las enseñanzas budistas nos hablan con bastante propiedad sobre esta ley de causa y efecto o karma.
El fracaso es fracaso hasta que lo convertimos en EXPERIENCIA. Un resultado no deseado permite evaluar el desempeño realizado con miras a emprender nuevas estrategias o plantear nuevos objetivos más acordes con las capacidades de la(s) persona(s) implicada(s) en un proyecto a fin de alcanzar el éxito. De esta forma se convierte en la oportunidad de ver que hay una forma mejor de hacer las cosas y más adaptada a nuestras capacidades.
Toda persona que acumula experiencias y aprende de ellas tiene el éxito asegurado. Cuando damos importancia a las experiencias nos fijamos en el camino mientras lo recorremos; el viaje se hace agradable y provechoso y lo disfrutamos tanto como la idea de llegar al destino deseado. Finalmente nos damos cuenta de que el éxito está en aprovechar el camino. Así que no te detengas y abre los ojos.

2 comentarios:

- dijo...

Felicidades por el texo. Aunque me surgen varios interrogantes, sobre todo porque: ¿Qué es el fracaso? ¿Habría de medirse en comparación con el éxito? ¿Con metas que nos imponen los demás, con nuestras propios objetivos?
Un texto que también invita a reflexiones semejantes:
http://www.eduardpunset.es/blog/?p=112
(los comenarios son también muy acertados)

Anónimo dijo...

Hola Juan Carlos,,

Excelente artículo el que has escrito. Muy "Eleva consciencia...jejeje .Enhorabuena.
Me gusta pensar que la verdadera medida de las personas no está en las veces que triunfan sino en las que se levantan de sus fracasos, o mejor dicho, "Resultados no esperados"... Un abrazo